De la teoría científica a la falsedad: Del biologismo al determinismo biológico y al racismo biológico

 

El biologismo como corriente de pensamiento y paradigma científico tiene sus raíces en la filosofía natural y la biología evolutiva, de los siglos XVIII y XIX. Durante la Ilustración y coincidiendo con los avances científicos hubo un interés creciente por entender al ser humano desde una perspectiva naturalista. La teoría de la evolución de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) y más tarde Charles Darwin (1809-1882) sentaron las bases para una comprensión biológica de las especies, incluidas los seres humanos.

A medida que se iban desarrollando estudios en biología y genética, movimientos como la eugenesia, surgido a finales del siglo XIX y principios del XX, trataron de aplicar ideas biológicas para explicar y mejorar las características humanas mediante la selección genética. Su consolidación como corriente de pensamiento ocurre principalmente en el siglo XX, cuando el estudio de la biología, la genética y la evolución ganaron un lugar prominente en el análisis de la naturaleza humana. 

El biologismo se basa en la idea de que los fenómenos sociales, culturales y psicológicos pueden ser explicados principalmente por factores biológicos y genéticos. Esta corriente sostiene que las características y comportamientos humanos tienen una base biológica, y que las diferencias entre individuos o grupos sociales pueden ser entendidas a través de la biología, la genética, la evolución o la neurociencia. Este enfoque a menudo se utiliza en estudios sobre la naturaleza humana, desde ámbitos como la psicología, la sociología y la antropología. Varios científicos se han consolidado en sus investigaciones en esta corriente: Konrad Lorenz (1903-1989), John Bowlby (1907-1990), Edward O. Wilson (1929-2021), Richard Dawkins (1941-) y Steven Pinker (1948-).

Es importante señalar que, la mayoría de los estudios contemporáneos reconocen la interacción compleja entre la biología, el ambiente y la cultura, evitando explicaciones unidimensionales. Sin embargo, el biologismo ha sido utilizado para justificar ciertas teorías sobre el determinismo genético o biológico, donde se sostiene que aspectos como la inteligencia, el comportamiento social, o las características humanas, pueden ser explicadas casi exclusivamente por la biología, sin tomar en cuenta las influencias sociales y culturales. A pesar del cuestionamiento del determinismo biológico, esta corriente ha sido utilizada para justificar desigualdades, racismo, y colonialismo, con base en supuestas diferencias biológicas entre grupos humanos. Este paradigma se apoyaba en ideas derivadas de teorías científicas como la eugenesia y el racismo científico.

A principios del siglo XX, el movimiento eugenésico tuvo una fuerte influencia en Europa. La eugenesia era una teoría y un conjunto de políticas que buscaban "mejorar" la raza humana promoviendo la reproducción de individuos con características consideradas "superiores" y limitando la reproducción de aquellos con características consideradas "inferiores". Este movimiento se basaba en la idea de que las características biológicas (genéticas) de las personas determinaban su valor social, su inteligencia y sus habilidades. 

El racismo científico es otro ejemplo de cómo este determinismo biológico fue utilizado para justificar la discriminación racial. Durante el siglo XIX y principios del XX, científicos y antropólogos intentaron clasificar a los seres humanos en razas, basándose en características físicas como el color de la piel, la forma del cráneo, y otras diferencias morfológicas y fisiológicas. El colonialismo europeo buscó en este racismo pseudo científico las bases sobre las que sustentarse y justificar su expansión, dominio, explotación y exterminio de las poblaciones de África, Asia y América Latina. Se consideraba que los pueblos colonizados eran biológicamente inferiores y, por lo tanto, incapaces de gobernarse a sí mismos. Este argumento se utilizó como una justificación para las políticas de dominación económica, social y política. 

A pesar de que, a principios del siglo XX, científicos como Franz Boas demostraron que los aspectos biológicos no determinan los comportamientos sociales, los sistemas políticos y jurídicos que se sustentaban en un racismo científico ya se habían instalado y propagado. Este antropólogo, considerado padre de la antropología moderna en Estados Unidos, desmanteló con sus estudios la atribución de una serie rasgos a las razas argumentando la unidad esencial de la humanidad. La idea de que una característica, ya fuera positiva o negativa, era inherente a una raza concreta constituía, “en el mejor de los casos, una ficción poética y peligrosa” Charles King (1967). 

 Los siguientes párrafos extraídos del texto de Raúl Sánchez Molina (2011) son una muestra de las políticas coloniales del estado español en Guinea Ecuatorial basadas en el racismo científico: 

Prácticamente desde el primer periodo de la colonización española pueden encontrarse posicionamientos racistas en la bibliografía colonial de los territorios del Golfo de Guinea. Uno de estos se dio de manera más o menos institucionalizada, como se ha señalado en el capítulo anterior, en la política colonial seguida en Guinea Ecuatorial; donde algunos de sus argumentos fueron esgrimidos oficialmente para justificar el lugar que sus poblaciones debían ocupar jurídica, educativa y laboralmente.

Durante las primeras décadas del franquismo, y coincidiendo con la aproximación del régimen a las ideologías fascistas de otros países europeos, defensores del evolucionismo biológico en la colonia expresan su rechazo a la política educativa que el inspector de educación de la colonia Heriberto Ramón Álvarez pretendía realizar siguiendo principios asimilacionistas.

Desde esta supuesta «rigurosidad pseudocientífica” algunos de ellos, como Abelardo de Unzueta y Yuste (1948:226), fundamentan esta posición apoyándose en argumentos mendelianos con el objetivo de refutar la dirección educativa que se estaba tomando.

Entre estas justificaciones de carácter biologicista se llega a utilizar conceptos como «pureza de sangre» para referirse a la población de origen europeo (blancos), como así hace el médico Luis Baguena Corella (1946); el autor utiliza un cuadro sinóptico en su artículo «El secreto del color en los mulatos y sus hijos», para mostrar distintas clasificaciones que podían darse en los hijos de parejas mixtas.

Según José César Banciella y Bárcenas (1940:48), partiendo de la demostración científica de esta inferioridad racial sería indispensable, en consecuencia, elaborar una legislación diferente coherente con estas conclusiones.

La herencia biológica fue considerada, de este modo, factor determinante que debía llevar a evitar el mestizaje no sólo de europeos con africanos, sino entre estos últimos. Desde este tipo de determinismo biologicista se consideraba que este mestizaje podría suponer un peligro para los intereses de la colonia.

Los defensores de la inferioridad biológica en la colonia se apoyan científicamente en los resultados de los test de inteligencia que se aplican entre la población de la colonia durante la década de 1940. La psicometría se convirtió así en el instrumento que los defensores del racismo utilizan para demostrar, mediante una reificación cuantificable de la inteligencia, la inferioridad psicológica de los africanos con respecto a los europeos. A este respecto, Stephen Gould (1984), señala que durante gran parte de la primera mitad del siglo XX las mediciones de la inteligencia en la clasificación de los grupos humanos ocuparon el espacio de la craneometría decimonónica. La administración colonial española pretendió, al igual que otras administraciones en el continente, utilizar métodos antropométricos para justificar científicamente sus políticas coloniales. En las colonias portuguesas, por ejemplo, hubo una avalancha de estudios, desde la década de 1930 hasta la de 1960, encaminados a cuantificar distintos aspectos, tanto físicos como psicológicos, de poblaciones africanas. Todas estas investigaciones se inscribieron en las denominadas Misiones Antropológicas, y entre las que se destacaron investigaciones psicométricas (Augusto, 1950).

En el caso de Guinea Ecuatorial, los administradores coloniales encargan la aplicación de test psicológicos con el fin de establecer las capacidades mentales de la población africana para disponer, según sus autores, medidas políticas al respecto. Entre éstas destacan las que realizan Vicente Beato y Ramón Villarino (1944) y, posteriormente, las de Ricardo Ibarrola (1951). La singularidad de ambas investigaciones radica no sólo en los resultados y conclusiones a las que llegan, sino al apoyo científico que se pretender ofrecer a las políticas coloniales. (2011:121-138)


Respecto a este ejemplo, de determinismo biológico y racismo científico, Sánchez Molina también nombra una serie de autores y científicos que estaban en contra de estos posicionamientos racistas basados en argumentos biológicos. En cualquier caso, la intención es mostrar cómo los giros desde un paradigma científico llevan a unos cambios políticos y sociales nefastos que permanecerán en la historia de la humanidad. Del biologismo como corriente científica se llegó a una serie de nociones raciales de superioridad o inferioridad basadas en la biología. A pesar de que la ciencia argumenta que solo existe una sola raza, la humana, las clasificaciones raciales perduran hoy en día:

 (…) la UNESCO define la raza como un “grupo humano caracterizado biológicamente”. Esta definición alude al sentido científico de la palabra. En términos rigurosos, sólo puede aplicarse el término de raza a la especie humana. (…) Pero hace ya tiempo que la genética demostró que no existe una correlación entre los genes y ese conjunto de rasgos que se atribuye tradicionalmente a las razas. Dicho de otro modo, en el interior de los grupos llamados razas se han documentado diferencias genéticas mucho mayores entre sí, que las que puede haber entre éstos y los miembros de otras razas. Ello concuerda con lo que decía el antropólogo Franz Boas en los años treinta del pasado siglo: no se pueden medir razas, no es riguroso, ni científico. Sin embargo, en muchos lugares se sigue distinguiendo y clasificando a las personas en función de esos rasgos fenotípicos. Y aquí está la contradicción y la consiguiente confusión. Los científicos dicen hoy: las razas no existen, sólo hay una raza que es la especie humana. Sin embargo, socialmente se sigue utilizando esa clasificación (blancos negros, amarillos, etc…) y atribuyendo además a estas personas comportamientos, características, costumbres, … que son científicamente indemostrables, José Antonio Perales Díaz (2021:54).

 

King, Charles (2023). Escuela de rebeldes. Cómo un grupo de espíritus libres revolucionó las ideas de raza, sexo y género. Taurus, Barcelona.

Perales Díaz, José Antonio (2021). Diversidad cultural y derechos humanos: una mirada desde la antropología. Creativos Commons, Pamplona/Iruña.

Sánchez Molina, Raúl (2011). La inteligencia del niño pamue. El pamue imaginado. Madrid: UNED, pp. 121-138.

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Buen trabajo, largo, documentado e interesante. No estoy de acuerdo con que el bilogismo sea un paradigma científico en el sentido de Kuhn. Ni con que la eugenesia o el racismo se puedan derivar de una comprensión correcta de la biología. De hecho desde la biología el concepto de raza no tiene sentido.
    El objetivo del curso es incitar a la reflexión sobre estos temas, y está más que conseguido.

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    1. De eso se trata precisamente, del biologismo, una posición teórica, se derivó o más bien se utilizó para desarrollar corrientes pseudo científicas para justificar el dominio y el exterminio. Boas fue quien desmanteló la idea de razas desde los mismos argumentos. Tanto desde la biología como desde las ciencias sociales el concepto de raza carece de sentido, sin embargo y ese es quid de la cuestión, el concepto de raza se sigue usando y hoy está en boca de todos/as.

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